sábado, 15 de octubre de 2011

¿Ratios aceptables a la vez que productivas?

Aquí proponemos una alternativa organizativa para trabajar con un máximo de 35 alumnos por grupo en Bachillerato por Internet (BI), o de 40 en Bachillerato Semipresencial (BSP), sin soportar durante buena parte del año académico algunas de las desafortunadas condiciones propiciadas por ratios máximas de 100 alumnos por grupo, como las del Bachillerato a Distancia con Tutorización (BDT).


El problema a que nos enfrentamos es: ¿Cómo hacer unas ratios aceptables a la vez que productivas?


Las ratios del BI y las del BSP son aceptables, pero arrojan resultados improductivos (pocos alumnos evaluados por profesor en cada materia). En cambio la ratio del BDT es inadecuada a la práctica docente, pero arroja resultados aceptables a fin de curso en términos de productividad. Las dos primeras son improductivas por el abandono escolar, en tanto que la última es viable gracias al mismo, pues de no producirse no se podría atender tan elevado número de alumnos.

En ambos casos el factor decisivo es el elevado abandono en las enseñanzas de adultos. La inhibición de la Administración Educativa ante el abandono es un fracaso clamoroso de su gestión, un dato que por cierto podrían tener en cuenta sus auditores externos antes de ponerles el sello de calidad.

Para presentar una productividad aceptable nos tenemos que ir a unas ratios de 100, que triplican lo que sería un grupo normal, con lo que se saca al final algo en limpio, pese a la dureza de los porcentajes (otro dato para los auditores externos). Así es el BDT. Pero en BI y BSP (los más costosos para La Administración) nos encontramos pobres resultados, pese a contar con ratios adecuadas, que son las que ahora peligran. Últimamente se inflan las matrículas vulnerando las ratios y condiciones de trabajo; a final de curso los abandonos ponen las cosas un poco más en su lugar, y se evalúa a más porque se matricularon más. Esta vía de hechos consumados, de consentirse podría terminar legalizándose, en cuyo caso tendríamos en BI y BSP las ratios muy por encima de donde ahora están.


¿Por qué los Centros matriculan más allá de las ratios reguladas?


La causa es compleja pero merece la pena intentar explicarlo, como ejemplo de gestión poco ejemplar. Los Centros registran la demanda de matrícula y matriculan, pero la asignación de grupos no depende de ellos sino de la Administración. Por ejemplo si en BI desde la Administración se autoriza 1 grupo, significa que sólo se pueden matricular 35 alumnos, o lo que es lo mismo que si el centro tuviese una demanda de 68 solicitudes la Administración tendría que autorizar los 2 grupos previstos en la normativa para este número de alumnos, pero no lo hace; autoriza antes de conocer la demanda sobre estimaciones muy discutibles que le vienen al caso, por lo que no se adapta a la realidad de la necesidad educativa solicitada en los sobres de matrícula, sino que la cercena. Dicho con otras palabras no ajusta la oferta de enseñanza a la demanda de los alumnos, como prevé la LOE art. 34.4, sino que lo hace al revés. A continuación los Centros deliberan y deciden por su cuenta y riesgo si matriculan a todo el mundo o sólo a los autorizados (tengamos presente que para estar exentos de responsabilidad debieran haberse ajustado a lo autorizado). Tomarán su decisión valorando cuestiones varias, como la posible contestación sindical ante un conflicto laboral “de libro”, o la obtención de productividad a cualquier precio.


¿Es posible trabajar en BI o BSP con un grupo normal de adultos, conforme a las ratios, y ser productivo? Creemos que sí, pero gestionando las cosas de otro modo.


Veamos 2 tipos de gestión que acometen de modo distinto el mismo problema:


En primer lugar la alternativa tradicional de la Administración, que no combate el abandono y se limita a inflar las matrículas vulnerando las ratios establecidas. La denominaremos opción pasiva, cuyas señas de identidad son inflar la matrícula desde los centros, incumpliendo las ratios. Nos parece un error por varias razones:

  1. La directiva de un Centro ha de cumplir y hacer cumplir las normas, no saltárselas, pues así cae en inconsistencias que le desacreditan.
  2. La directiva que traspasa las normas de ratios se enfrenta a los legítimos intereses de los profesores, que están dispuestos a cumplir con la norma, tanto cuando les parece aceptable (ratios de 35) como cuando les parece inaceptable (ratios de 100). Incumplir para perjudicar es un liderazgo ineficaz, al menos hacia los subordinados.
  3. Aunque inflar los grupos consiguiera quizás más productividad final, lo haría a costa de una práctica docente saturada al principio, que es lo que pasa en el BDT –por otra parte ninguna panacea- donde las ratios condicionan la metodología e instrumentos de evaluación, o donde un profesor impartiendo clases en un aula con 100 alumnos atenderá unos 500 de promedio en su horario. En este contexto ni abordará planteamientos personalizados, ni combatirá eficazmente el abandono, antes bien lo contemplará como un alivio. El BDT, a juzgar por sus ratios, pareciera prever el abandono, y en ese caso lo acepta, renunciando a combatirlo.
  4. Esta solución sólo beneficia a la Administración, que debiendo haber autorizado más grupos –lo que se traduce en más horas y más profesorado- autoriza menos, previendo que los centros matricularán a más alumnos por su cuenta y riesgo, ¿obrando de buena fe? De no hacerlo así se plantearía una situación en la que la Administración Educativa quedaría en evidencia desatendiendo la demanda educativa de la población adulta, algo que crece en proporción inversa a los recursos en esta época de crisis.


En segundo lugar veamos la alternativa que proponemos, que combate el abandono, no infla las matrículas más allá de los límites establecidos por las ratios. Le llamaremos opción activa, cuyas señas de identidad son combinar el respeto a la norma de ratios y evitar organizativamente la improductividad. Nos parece una opción a experimentar por las siguientes ventajas:

  1. Cada profesor gestiona y evalúa en todo momento a un máximo de 35 alumnos por grupo y materia en el BI, 40 en BSP, como fijan las ratios máximas establecidas, lo cual garantiza que se dan las condiciones reguladas para el normal ejercicio de su profesión. La directiva cumple y hace cumplir la norma.
  2. La directiva defiende los legítimos intereses de los profesores.
  3. Combate eficazmente el abandono, propiciando que se califiquen más número de alumnos, gracias a una gestión continua de la matrícula, en lugar de la tradicional gestión puntual de la jefatura de estudios; por lo tanto incrementa la productividad al arrojar el número de calificaciones esperadas conforme al referente de las ratios máximas reguladas.
  4. Esta solución beneficia a todos, garantizando unas condiciones viables y dignas de atención al alumno, un ejercicio profesional aceptable y estable en ratios a lo largo de todo el año, y una productividad.
  5. Avala al BI o al BSP como fórmulas bien diseñadas. Admitiremos que son más costosas, pero sus problemas de baja productividad pueden encontrar su solución en propuestas de gestión organizativa como ésta. En nuestra opinión las ratios del BDT deberían imitar a las del BI o las del BSP, y no al revés.

¿En qué se concreta nuestra propuesta que salvaguarda la productividad sin vulnerar las ratios establecidas para el BI y el BSP? Podemos sintetizarla en los siguientes puntos:

  1. Llevar a cabo durante el curso un seguimiento y gestión de las matrículas, actualizando continuamente altas y bajas desde la jefatura de estudios, pero sin sobrepasar la ratio establecida que ha de atender un profesor por grupo, 35 alumnos en el BI y 40 en BSP
  2. El alumno que se matricula lo hace condicionadamente, de modo que puede perder su derecho a evaluación continua y pasar a formar parte de los que sólo tendrán acceso al examen de la convocatoria extraordinaria de septiembre. El cumplimiento del entramado normativo constituido por las autorizaciones de la Administración, la normativa de ratios máximas para cada grupo, y las condiciones laborales del profesorado obligan a revisar y dar el status de matriculados a 35 en BI, y dejar en lista de espera al resto. No hacerlo así es denunciable y habrían de depurarse responsabilidades en cada caso.
  3. Los criterios que le pueden hacer perder a un alumno su derecho a la evaluación continua tiene antecedentes de derecho, consistentes básicamente en la no comparecencia a las actividades y exámenes previstos, lo cual suele afectar al 50% de los adultos en diciembre.
  4. Cuando se produzca baja se procederá desde la jefatura de estudios a dar el alta a otro alumno pre-matriculado, de los que permanecían en lista de espera.
  5. Para que la lista de espera no suponga un trato desigual en cuanto a las oportunidades, los profesores pueden abrir su aula virtual en plataforma Moodle a visitantes, de modo que desde el comienzo estén al corriente de los recursos trabajados. Será a partir del alta cuando comiencen a recuperar y calificar en las oportunidades que todavía les brinde la evaluación continua, conforme al diseño elaborado por cada profesor en su materia, que ha de ser generoso en oportunidades.

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